Cuando pensamos en la creatividad de los equipos, su motivación y performance ¿qué será más efectivo reconocer o criticar?
Esta es la pregunta que se realizaron muchos estudios del comportamiento, mostrando que en aquellos equipos en los que el líder se dirigía a ellos resaltando aspectos negativos y críticos, como, por ejemplo: “esa idea no es buena, siempre se hizo así por qué habría de cambiar eso, esto no va funcionar “, tenían menor desempeño, en comparación con aquellos en los que el líder resaltaba aspectos positivos y reconocía.
William Brown, creo el concepto de ratio elogio versus crítica, aludiendo a que en las organizaciones se suele usar una tasa promedio de 4 críticas por cada elogio, comprobándose que las personas para permanecer motivadas y por ende comprometidas, necesitaban la taza inversa, o sea 4 reconocimientos por 1 crítica. Sus estudios también mostraron que, para mantener un equipo centrado en la innovación, necesitamos un promedio de 8 elogios por cada crítica.
Lo mismo pasa en las escuelas y universidades, estamos acostumbrados a focalizar los aspectos negativos, lo que no va bien y nuestro modelo mental se va moldeando en ese esquema de pensamiento a través de los años. Lo que sucede es que ya en el mundo del trabajo, nos cuesta funcionar en modo creativo e innovador porque no hemos cambiado este modelo mental que funciona desde lo más profundo.
Y así entramos en la paradoja organizacional, presionamos para que la creatividad y la innovación estén presentes y crezcan en los equipos de trabajo (porque sabemos que sin ella no podemos sobrevivir en un mundo en que el cambio es rápido y global), pero no hemos cambiado hábitos básicos que permiten que esta habilidad fluya y se convierta en innovación.
El elogio y el reconocimiento son impulsores de la creatividad por que crean contextos de motivación y apertura, es como remover la tierra para plantar una semilla, asegurándonos que pueda prender con más facilidad.
Ante la crítica y a veces despiadada (ya que he observado que aún prevalece en muchos contextos la amenaza, el castigo y el miedo como elementos de control), se despierta todo un circuito reactivo a nivel emocional que cierra la posibilidad de pensar abiertamente respuestas nuevas a los problemas que nos preocupan. El exceso de control y la crítica ahogan la creatividad.
Siempre detrás de un cambio de comportamiento está una emoción ligada a un pensamiento, recuerda esto porque si quieres cambiar los resultados tendrás que cambiar la emoción predominante de tu equipo. Sincérate y hazte esta pregunta: ¿qué emoción predomina en mi vida?, ¿y en mi equipo? Si la respuesta es el miedo, la culpa, el desánimo, la ansiedad, la frustración o cualquier otra emoción negativa, es hora de empezar el cambio.
Comienza por focalizar en aspectos positivos, dirigir tu mente hacia ellos, verás que al principio esto es un esfuerzo, pero de a poco se convertirá en un nuevo hábito. Anótalos, esto te ayudará a tenerlos presente y cuando veas la lista crecer tú mismo te irás motivando.
Háblate a ti mismo y a los demás resaltando aspectos beneficiosos, positivos, elogia, agradece y reconoce, no es necesario que sean grandes hazañas, sólo ten presente generar un ambiente constructivo.
Cada vez que venga a tu mente la idea “pero si le pagan para ello por qué se lo debería reconocer “, deja pasar esta idea “dinosaurio” y desaparecerá en la medida que no le prestes atención.
Trata de desarticular el juicio prematuro, el exceso de control, la crítica no constructiva, y tolera el error, ya que las ideas nuevas no nacen perfectas … permite que en tu equipo haya ensayo de ideas, se converse abiertamente y se aprenda en equipo, trabajando con el error como tesoro de aprendizaje y no como fuente de castigo.
Santiago de Chile
21 de marzo 2017
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