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Cambiar o Aceptar

En mi labor como coach he escuchado muchas frases como éstas : “estoy en este trabajo que no me agrada, porque tengo que pagar mis estudios; me siento enojado porque me gustaría estar haciendo otra cosa…” o “qué se le va a hacer, tengo que trabajar, pero en realidad me gustaría pintar, ese es mi sueño, pero vuelvo cansado a casa y no pinto hace mucho, eso me produce tristeza, veo cómo se aleja mi sueño …”

Ante una situación como esta, hay tres posibilidades:

La postura de estrés: es quedarse paralizado ante la situación, lamentarse, quejarse o quedarse experimentando emociones negativas que no hacen más que agudizar el estrés y perjudicar tu estado de ánimo y, por ende, tus fuerzas para cambiar.

Es excusarte todo el tiempo, sin buscar una salida. En esta posición te percibes impotente de hacer algo frente a la situación que vives, te experimentas como víctima de una realidad que no controlas y, sin saberlo, al reafirmar tu realidad con pensamientos negativos, vas socavando tu autoestima y fortaleza psicológica diciéndote a ti mismo que no puedes con esto que te pasa.

Esta es una postura muy común y por ello la has aprendido socialmente, te cuesta ver otras opciones, te convences de que no tienes alternativas, más que aguantar y soportar, sacrificándote y negándote una visión más realista y amplia. Como consecuencia vas auto limitando tu margen de acción, debilitándote más y más.

La postura de cambio: otra posibilidad es que frente a la situación decidas hacer un cambio de mundo exterior, esto significa que decides cambiar tu situación por otra que consideras mejor para ti. En el caso del ejemplo, buscas un empleo que te permita aplicar lo que estudias y que sea de más agrado para ti o te decides a empezar a pintar en un taller de arte, haciendo tiempo para esto que te importa en tu agitada rutina. Te priorizas, haces un cambio con fuerza y determinación. El modo en que haces el cambio puede variar, puedes hacerlo de a pasos, pero con la meta clara y el paso firme o puedes realizar un corte y emprender lo nuevo.

Algo está más claro y es que tomas las riendas de tu vida, te percibes como alguien con fuerza para encaminar sus objetivos, te das ánimo y piensas positivamente que alcanzarás tu meta. Estás experimentando la fuerza que da asumir liderazgo de la propia vida, responsabilidad por tus decisiones y buscas apoyo en quien es positivo y te va a alentar en tu decisión.

Esta postura es importante porque te lleva a la acción y al cambio de emociones, ya que te permitirá probarte a ti mismo que puedes cambiar y tienes el poder de elegir el camino que tomará tu vida. Esto no significa que cambiar sea simple, ya que a veces evaluar el factor oportunidad es importante y definir cuándo es mejor hacer el cambio.

Para realizar un cambio de mundo externo debes evaluar los recursos con los que cuentas y decidirte a llevar adelante una estrategia que te coloque, en un plazo de tiempo, en un mejor lugar.

Aceptar la situación, es la tercer postura. Cuando crees que no es oportuno un cambio de mundo exterior, la opción es Aceptar y realizar un cambio en el mundo interior.

Para aceptar, deberás evaluar tu escala de valores y clarificarte en relación con ellos. En el caso del ejemplo vemos que hay dos valores en crisis: hacer lo que me gusta y la seguridad económica que me da el trabajo que tengo.

Cuando me clarifico y veo que yo estoy optando entre dos valores por el que “hoy” es más importante para mí, percibo que soy el que está eligiendo entre dos cosas valiosas para mí, la que hoy me hace más sentido, pero eso no significa resignar.

Si logras percibir que eliges, sentirás paz en el corazón, porque haz aceptado que es tu elección (por ahora) y que cuando lo definas puedes cambiar.

Debes saber que la apreciación de la importancia de un valor puede variar en distintas etapas de la vida, por ejemplo, la seguridad económica puede importante más cuando tus hijos son pequeños, por lo que la clarificación de valores es una tarea que debemos realizar con regularidad para permanecer en paz con nuestras decisiones.

Es importante que cuando aceptes, definas el término temporal en que tu decisión tendrá vigencia, por ejemplo: dado que necesito este trabajo, acepto realizarlo por el término de un año y me comprometo a poner lo mejor de mí para estar bien mientras lo realizo.

Este plazo te dará un marco para comprometerte en dos vías, la primera tiene que ver con experimentar paz de saber que elegiste esto y ya no te quejarás o lamentarás y, la segunda, porque podrás buscar la oportunidad de estar mejor en este trabajo que si bien no es el óptimo es el que haces y si intentas estar bien poco a poco tu ánimo cambiará y comenzarás a ver aspectos interesantes del mismo que no habías descubierto. De ese modo, el año que te propones para cambiar no será perdido sino lo vivirás más positivamente.

El cambio ya sea externo o interno, es siempre positivo, ten presente no quedarte atrapado en la postura de estrés, en el lamento o las excusas, elige, decide y ejerce tu poder personal.

Laura Petraglia